Barcelona fue la plaza donde más toreó Santiago Martín 'El Viti'. La Monumental vibró 124 tardes con la calidad de su toreo. Allí conoció a un personaje fastástico como era el viejo Pedro Balañá Espinós. De su relación en el libro abundan referencias y anécdotas, como la siguiente:
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En aquel ecuador del año 1961 cuando Santiago Martín toma la alternativa, las dos plazas de toros que existen en Barcelona están regidas por quien ha sido uno de los mejores empresarios de todos los tiempos, quien las había comprado en propiedad, como también hizo con el precioso y torerísimo Coliseum Balear de Palma (éste a la familia March). Se trata de don Pedro Balañá Espinós, un catalán de pro, antiguo concejal en los años de la II República por ¡Ezquerra Republicana de Catalunya! (el presidente Lluis Companys también era aficionado a los toros y tantos otros que se sentían orgullosos de la Tauromaquia a diferencia de los que llegaron en el siglo XXI y se olvidaron de la historia para atascarse en el fango de la demagogia).
Después, tras la Guerra Civil, fue concejal por los denominados tercios (que eran elegidos por el Gobernador Civil que depositaba su confianza en personas emprendedoras), a la par que iniciaba una próspera carrera de empresario de éxito en el mundo de los cines y del espectáculo, sin olvidar otras actividades. Pero sobre todo se trata de un hombre con un gran olfato empresarial para que Barcelona se convirtiera en la ciudad de mayor actividad taurina del mundo, tanto por la cantidad como por la calidad de los carteles que ofrecía. Gracias a él todas las semanas se programaban importantes acontecimientos taurinos, sobre todo los jueves y domingos, días en los que nunca faltaron corridas o novilladas de postín en temporadas que abrían el telón a primeros de febrero y no lo cerraban hasta finales de noviembre, cuando con la llegaba de los primeros fríos que anunciaban el invierno ya no era agradable sentarse en una plaza. Aunque, después, siempre abría las puertas de Las Arenas para celebrar un magno festival de Navidad, en varias ocasiones en sesiones de mañana y de tarde, en la que los mejores toreros del momento lidiaban los sobreros de la temporada, siempre a beneficio de una institución necesitada.
Entonces existían dos cosos taurinos, La Monumental y la mencionada de Las Arenas, en las que el público vibraba de emoción gracias al buen hacer de numerosos toreros que allí tuvieron máximo cartel. Basta decir que tras la conclusión de la Guerra Civil quienes gozaron de mayores preferencias fueron Manolete, con su personalidad y estilo hierático; también el poderío de Domingo Ortega; las banderillas de Carlos Arruza; la gracia andaluza de Manolo González; la técnica de Luis Miguel; la clase de Antonio Ordóñez; la pasión por Chamaco (tuvo tanto fuerza que hasta se llegó a anunciar como Chamaco y dos más)…; con El Litri; con Julio Aparicio; con Jaime Ostos…
En la lista de honores no pueden quedar apeados los espadas locales, como el prolífico Mario Cabré, José María Clavel, Joaquín Bernardó (el mejor torero catalán de todos los tiempos). Todos ellos encontraron en Barcelona calor y pasión que les alentaban unos aficionados toreristas que los empujaban al triunfo, pero a la vez serios y rigurosos, que sabían medir muy bien la entrega de los toreros en las arenas y que desde entonces apoyaron, sin fisuras, a la nuevas hornadas que iban llegando y que estaban formadas por Curro Romero, El Viti, Paco Camino, Diego Puerta, Andrés Vázquez, Manuel Benítez ‘El Cordobés’, Paquirri, Palomo Linares… Por gente que protagoniza la pasada década de los sesenta, que fue una de las épocas más prolíficas de toreros, tanto en cantidad como en calidad.
Como tantas cosas en la vida cotidiana, el debut de Santiago Martín en Barcelona viene precedido de diversos reveses que se presentan en el camino y hay que sortear, aunque hoy todos ellos no sean más que meras anécdotas que contribuyen a hacer grande una carrera y que se dan, con distintos matices, casi siempre en quienes han destacado en el mundo del arte. En este caso todo comienza a raíz de los graves percances sufridos por Diego Puerta y Paco Camino en la plaza de toros de Las Ventas, ambos en el escenario de la Feria de San Isidro, que le impiden comparecer en sus inmediatos compromisos.