Historia del Toreo Parte V

15.01.2014 10:47

Los dicípulos

Francisco Montes Paquiro nació en Chiclana en 1804 y fue el alumno favorito de Pedro Romero. Alto, fuerte y elástico, de largas patillas, fue el torero romántico por excelencia.

Francisco Montes "Paquiro"Fue un genio de su arte que dominaba todos los estilos; podía ser dominador y sobrio como los rondeños, y como los sevillanos barroco y luminoso. Saltaba a la garrocha y jugueteaba con los toros con exactitud y brillantez de arcángel. Dirigía la lidia y mandaba a los peones con autoridad y sabiduría supremas, y la conducía sin fisuras hasta el momento culminante de la muerte. Sin embargo, mataba atravesado y nunca corrigió este defecto, a pesar del tesón que en ello puso su maestro.

Dictó una Tauromaquia (1836), inspirada en la de Pepe-Hillo y posiblemente en el minucioso informe del conde de la Estrella, que es un compendio de su extensa sabiduría torera. Tuvo un discípulo de privilegio, José Redondo Chiclanero.

Murió el 4 de abril de 1851.


Francisco Arjona Cúchares. Nacido en Madrid (19-V-1818), se le tenía por sevillano porque sevillano era su linaje, en Sevilla se crió y sevillano era su alegre y bullicioso Curro Cúcharesestilo, en el que la muleta comienza a ser instrumento de adorno, ésa es su aportación, y no sólo de dominio.

Conoció a los toros tan profundamente e hizo gala de tal habilidad para hurtarse de ellos, que nunca sufrió una cogida.

Vanidoso y engreído, quiso competir con el Chiclanero y salió siempre derrotado (1845-1852), porque su toreo luminoso y fértil carecía del poderío del de su rival y no sabía imponer su autoridad en el ruedo. Murió en Cuba en 1868.


Manuel Domínguez Desperdicios (1816 -1886). Natural de Gelves (Sevilla), Pedro Romero dijo de él que no tenía desperdicio, de donde su mote, aunque otros afirman que Manuel Domínguez, "Desperdicios"fue en el Puerto de Santa María, donde un toro le sacó el ojo izquierdo, cuando Manuel Domínguez, al recoger el despojo en un pañuelo, exclamó: «¡Bah, desperdicios!»

Queda sentado, pues, que fue hombre duro y valiente, capaz de aguantar a un toro, encunado y abrazado a la cabeza, mientras los peones ponían a salvo a un picador caído.

Anduvo dieciséis años en América con ventura desigual y, cuando volvió, supo granjearse el favor del público, a pesar de Cúchares, por su valor crudo y su manera de matar recibiendo según las reglas de Pedro Romero.


José Redondo Chiclanero(1819-1853). Discípulo de Paquiro, fue redondo como su apellido, según él mismo declaró. Dominaba todas las suertes, especialmente la de banderillas, y era sobrio y eficaz como los rondeños, aunque sabía adornarse como los sevillanos. Cuando mataba recibiendo, era tan exacta su perfección y lenta su elegancia «que si la hoja del estoque hubiera tenido numeración, se podrían haber ido contando los números a medida que fuera entrando en el sitio de la muerte».

 

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