Historia del Toreo Parte VI

22.01.2014 13:53

«En aquella época, ya lejana… el público, poseído de enardecimientos fronteros a la locura, luchaba con ardor y discutía sin medida las cualidades y los méritos de los dos ídolos populares: Lagartijo y Frascuelo» (Natalio Rivas).

En aquella época, durante la que hubo una revolución, una Restauración y una guerra colonial (1868-98), dos eran las diversiones que llenaban los ocios y pasiones de los españoles: el teatro y los toros.

Fue una época de plenitud para el toreo: 

 Porque toda ella está llena con los nombres de tres de los más grandes toreros de todos los tiempos: LagartijoFrascuelo Guerrita

 Porque en ella se reglamenta oficialmente el espectáculo (1880) en la forma que aún lo conocemos, aunque siguiendo los cánones establecidos por Costillares y enunciados porPepe Hillo y Paquiro en sus Tauromaquias

 Porque en ella, con Lagartijo, el toreo se hace arte y se aparta de la lidia. 

 Porque, consecuentemente, en ella Guerrita impone el toro de cinco años, más adecuado al arte.

 Porque en ella, con la muerte del Espartero, toma forma definitiva la leyenda de los Miuras.

Sin embargo, los hombres de la generación del 98, inspirados por la Institución Libre de Enseñanza, regeneracionistas y rebeldes, de espíritu ilustrado, están todos (con la excepción de Valle-Inclán) contra la Fiesta en la que ven lo peor de la peor España. 


 

Rafael Molina Sánchez, Lagartijo, el primer "Califa" de Córdoba (1841-1900), tomó la alternativa en Úbeda (1865) y desde entonces su nombre fue obligado en todos los carteles hasta su retirada en 1893.

Lagartijo«Fue más torero que matador. Con la capa, las banderillas y la muleta era insuperable… Hijo legítimo de la escuela sevillana que creara Costillares, sus donaires, jugueteos y filigranas entusiasmaban y enardecían al público hasta un extremo que sólo habiéndolo visto puede creerse… Dio muerte a cinco mil doscientos toros… y no tuvo más que seis cogidas, todas leves»(Natalio Rivas).

«De él se dijo muchos años que se podía pagar con gusto el dinero de la entrada, sólo por verle hacer el paseíllo... Hasta él la lidia había sido lucha, caza; con él empezó a ser un juego artístico con plástica y belleza» (Curro Meloja).

 Incluso Frascuelo, su principal rival en los ruedos, llegó a decir «que el cordobés es el mejor torero que ha parido madre».

Alardeaba de republicanismo, aunque sus votos y los de sus amigos iban a parar a las urnas de los candidatos que patrocinaba Romero Robledo, el gran elector de Cánovas. En 1889, en la primera de las corridas que se celebraron en París con motivo de la Exposición Universal (la de la torre Eiffel), se negó a brindar un toro a la destronada reina Isabel II «porque soy republicano».

Durante dieciocho temporadas estuvo en su cuadrilla José Gómez, el primero de los Gallos, así apodado por su gallardía y valor, tío de Joselito, que transmitió todo el saber del califa a su dinastía.

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