En 1909 se inicia una de las más graves y largas crisis de la historia reciente de España. Acaso por ello, como en el siglo XVII, la crisis corre paralela con uno de los momentos más brillantes de nuestra cultura, cuya máxima expresión popular, ya el pueblo llama con fuerza a las puertas de las Cortes, sigue siendo el toreo.
Sobre este paisaje va a tener lugar la más profunda revolución del arte desde sus orígenes: Joselito y Belmonte, apolíneo el uno, el otro dionisíaco, de igual modo que Matisse y Picasso destruyen el modelado, el color y el espacio clásicos, cambian e invaden los terrenos del toro y rompen los cánones de la tauromaquia de Montes.
Joselito el Gallo torea en redondo por naturales ligando un pase con otro, para lo que debe cambiar sistemáticamente los terrenos al toro (según la Tauromaquia de Montes se debe citar al pase regular o naturalcon la muleta «en la mano izquierda y hacia el terreno de afuera»), algo inconcebible hasta entonces, madurando así una línea evolutiva que puede rastrearse al menos desde Lagartijo, a quien todos los suyos veneran y con quien se formó el primer Gallo, José Gómez. Desarrollan esta línea:
Fernando Gómez García, el Gallo, (Sevilla, 1849 - Gelves, 1897), «se forjó como torero a la sombra y con las lecciones de su hermano de José». Fue un enorme teórico, cuyo saber transmitió a sus hijos; pero le faltó la voluntad y el valor para figurar al lado de los mejores.
Gran e imaginativo capoteador, especialmente a una mano, destacó también como fino banderillero y artístico lidiador, «en unos trasteos rítmicos, elegantes y muy ricos en matices» (Paco Aguado). Dicen que en la plaza Colón de México se le vio torear ligado en redondo.
En sus últimos años tuvo en su cuadrilla a Guerrita, quien siempre se mostró agradecido a su maestro.
Rafael Gómez Ortega, el Gallo, sevillano nacido en Madrid (1882), hijo del señor Fernando el Gallo, había tomado la alternativa en la Maestranza de manos de Emilio Torres Bombita (28-IX-1902) y ha sido quizá el torero más genial de todos los tiempos; con el capote, con las banderillas, con la muleta, clásico como ninguno y de fantasía irrepetible, sólo la espada se le resistía, lo que le llevaba a veces a prolongar inusitadamente las faenas.
Irregular y medroso, «las broncas se las lleva el viento, pero las cornadas se las queda uno», decía, provocaba entusiasmos delirantes, como cuando la faena a "Jerezano", de Aleas, el 15 de mayo de 1912 en Madrid, y escándalos tumultuosos.
Se retiró definitivamente en 1935 y murió en mayo de 1960. Vivió siempre en torero, porque, aunque se tirase de un quinto piso, lo piropearon un día, caería torero.
José Gómez Ortega, Gallito, nació en Gelves (Sevilla), el 8 de mayo de 1895. Era nieto, hijo y hermano de toreros, era hermoso y tenía el don de la sabiduría como ningún torero lo ha tenido; porque lo que otros conseguían después de un duro y largo aprendizaje, él ya lo tenía desde chico, aprendido de sus hermanos Rafael y Fernando que le transmitieron todo el conocimiento que su tío José Gómez aprendió de Lagartijo.